Los 9 más personajes del Estéreo Picnic 2017

En medio de la euforia, el ruido y el pantano del Estéreo Picnic hay personajes tan personajes que es muy posible que usted, o un amigo suyo, se identifique con alguna de sus historias, o con varias, por qué no. Le presentamos algunos relatos verídicos de testigos presenciales o, incluso, de protagonistas.     

 

1. El galán.

De un man que se ilusionó por unos minutos con ser un rock star.

“Estábamos ahí en Wiz Khalifa, la verga. Compramos unas gafas de neón, como negras con lucecitas, no sé si vio. Eran del putas. Él se las puso y a los 10 segundos llegó una vieja y se lo comió, o sea, le mandó la cara y le empezó a dar besos. Todos dijimos como uy, marica, esas gafas son una locura, güevón, y se las queríamos robar. El tipo nos hacía señas dándoselas de rock star y ponía cara de Chayanne. Le bailaba a la vieja, luego a otra y saludaba gente desconocida como si fueran amigos, no creía en nadie, güevón. Todo un seductor, hasta que se dio cuenta de que la vieja era una exnovia que estaba más borracha que él. Ahí se achantó y volvió a ser el de siempre”.

 

2. El novio comprometido.

Del man que pagó para que le entraran cositas.

“Vea, yo no tenía tanta plata, porque me la gasté en la entrada, entonces la billetera me estaba flayando, ¿sí me entiende? Yo fui con mi novia, que tampoco tenía luka. Un gomelo que estaba haciendo la fila se la pilló y nos dijo que nos pagaba si le entrábamos algo, bien caletos. De una nosotros pensamos que era bareta, o algo así, y pues la pensamos harto, hasta que le dijimos al man que sí, que de una. El tipo empezó a sacar unos paquetes. Casi nos partimos de la risa porque eran de maní, arándanos y así. Creo que para la novia, o algo”.

 

3. El políticamente correcto.

De un man que fue acosado sexualmente.

“Estábamos haciendo la fila con unos amigos. Delante de nosotros había un man. Pues, qué te digo, era churro, pero tampoco. Al lado iban unas viejas muy locas que solo gritaban. De pronto, de la nada, el man se emputó. Que le habían tocado las nalgas. Sí, muy loco, qué man se va a rayar por eso, antes al contrario. Todo el mundo le dijo que dejara la bobada y eso, pero de verdad estaba puto. Creo que la historia ya salió en twitter, o algo así. No sé, alegaba que si eso le hubiera pasado a una vieja se habría armado tremendo escándalo. ¿Las viejas? Cagadas de la risa, obviamente”.

 

4. El violento.

Del man que utilizó su muleta como arma.

“A la salida había demasiado bulto, prácticamente no se podía andar. Nosotros fuimos con una amiga que llevó al novio. Nadie lo conocía. El tipo estaba en muletas. No sé… creo que jugando fútbol. Había un carro estorbando y no podíamos caminar. Ese man estaba como borracho, cruzado, o algo, y le pegó un muletazo al carro. Sí, duro, yo no sé cómo el que iba manejando no se dio cuenta. Nos salvamos. Claro, una muleta da duro. Prácticamente es un arma cortopunzante [cita textual]”.  

 

5. La volada.  

De la vieja que fue más allá de Plutón y parecía un zombi.

“Sí, claro, yo la conozco, es mi mejor amiga. Cuando menos pensé, ya estaba en otro mundo. No, ni me di cuenta cuándo le estalló. Estaba en Plutón. Usted sabe que para esto se utilizan palabras astronómicas. Exacto, por eso le digo. Es más, Plutón es muy cerquita, estaba en Andrómeda. En ese momento, empezaron los juegos pirotécnicos. Quedó tan ida que un policía le preguntó si le pasaba algo, porque no se corría para que la gente pudiera pasar. Es como ver en high definition, comentó, los colores son muy vivos, como si el cosmos cobrara vida. Parecía vendiendo televisores. El policía la miró sin saber qué decir. Estuvo así media hora, como un zombi, literal”.

 

6. La arribista.

De la vieja que quedó en ridículo con su jefe.

“Cuando nosotros llegamos, nos encontramos con Caicedo, un amigo del colegio. El man estaba en la Luna, ofreciéndole guaro a todo el mundo. Nos saludó y nos abrazó y a mí me cargó. Hacía eso con todo el mundo. En esas llegó otra amiga, mirando por encima del hombro, con una pinta la hijueputa. Miraba como si tuviera un bigote de mierda, pero estaba muy mamacita, para qué. Iba con el jefe, el director de mercadeo de una multinacional de whisky, si, nada menos. Trató de pasar derecho, como si no nos conociera, pero apenas Caicedo la vio, empezó a gritarle, Juli, Juli, y se le tiró encima al jefe a darle un abrazo y a embutirle guaro y lo cargó en el hombro como si fuera un bulto de papa. El tipo estaba sorprendido. No, pues, la vieja no sabía dónde meterse. Al rato nos dijo: ¿guaro? ¿A este man?, par favar. Maduren.

 

7. El mal viajado.

De un man que le dio mamitis.

“Quién sabe qué se habrá metido. El tipo estaba sentado en pleno concierto como agarrándose las piernas. No, yo no estaba con él. Ni idea quién sería. Estaba como en una especie de posición fetal y otro man, no sé si un amigo o el novio, lo abrazaba para tranquilizarlo. Sí, estaba llorando. La verdad a mí me dio mucha curiosidad, entonces me acerqué a escuchar de qué hablaban. El man decía que le hacía mucha falta su mamá. Estaba como tembloroso y tenía la mirada perdida. A veces se ponía medio violento, como pasivo-agresivo. Al final se calmó porque el otro man le empezó a cantar una canción de cuna al oído y lo abrazaba como si fuera la mamá, todo va a estar bien, le decía”.

 

8. El haragán.

De un man que se desilusionó con la lluvia de hamburguesas.

“Estaban tirando hamburguesas de Presto. Como en cajas y con una especie de paracaídas pequeño. La gente se tiraba como si estuvieran regalando plata en efectivo, güevón. Yo estaba turro y tenía hambre. Hambre a lo bien. Entonces pensé, qué hijueputas, y me metí al tumulto, pero dando pata y todo, como en un pogo. Terminé herido, pero al final logré coger una hamburguesa. El problema es que cuando la abrí, vi que era un poncho de los que estaban regalando por ahí. Vos no te imaginás mi desilusión. Yo con esa hambre tan brava”.

 

9. La negociante.

De una comerciante de falsos tatuajes psicotrópicos.

“Imagínese que una vieja que estaba buenísima, pero buenísima, compró unos tatuajes temporales. Estuvo jodiendo un rato con ellos, mostrándoselos a todo el mundo. Después le dio por decir que eran lsd y venderlos. La gente se metía tremendos viajes. Uy, qué trip, decían, y se cagaban de la risa como 10 minutos sin parar. No estoy exagerando. Se hizo millonaria. Sí, puro placebo psicotrópico. Otra vieja, con uno de esos, se pegó una volada ni la hp viendo los juegos pirotécnicos. Estaba en Marte, güevón, pero enserio, muchos pensamos que no iba a volver, hasta un policía se preocupó y le preguntó si le pasaba algo”.